Escribo porque me encanta.
En esta vida, donde todos los días aprendo algo nuevo, deje de creer en las casualidades. Las cosas pasan porque pasan. No es casualidad que vuelva a escribir en esta ciudad, ni en estos días, ni con estos ánimos de energía nueva.
Escribo porque me conozco escribiendo. Porque aprendo más de mi, me veo a mi misma más que con ningún otra cosa. Me escucho, me comprendo.
También escribo porque me hace apreciar todo más, veo más, escucho más y pienso más. Le pongo atención a los detalles e intento convertir todo en instantes que siento que merecen ser narrados.
Lo hago porque me hace bien al alma, al ser. Lo hago también para calmar los dolores del alma y del ser. Lo hago para recordar y también lo hago para olvidar. Escribo para que mis pensamientos me dejen y escribo para que mis palabras me acompañen.
Escribo desde que tengo memoria y desde antes también. Sin embargo, no soy escritora, no soy poeta y nunca lo seré. Pero escribo. Porque es lo que soy, lo que fui y lo que seré.
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